Vertido de miel a un cubo para su posterior depuración. | R. P

Como la campana de miel de este año no pasará a los anales de la historia por la cantidad, al cifrarse la cosecha en unos niveles aún inferiores al pasado año y que algunos calificaron “de horrible”, ”muy mala”, “muy floja” y “muy escasa” , los apicultores piden que los consumidores apuesten por el producto local.

“Ya que no hay miel los precios tendrán que subir, y habrá que contar con los consumidores, que pidan miel de Zamora y confíen en los apicultores cercanos de referencia”. Es la previsión y el llamamiento del presidente de la Unión Profesional de Apicultores de Zamora “Apis Durii”, Francisco Alonso. Cifra la temporada “en un 50 por ciento del pasado año y de un 80 por ciento respecto al año 2016”.

”Unos seis kilos por colmena” es la cuantía de la que hablan algunos apicultores que ya dan por cerrados los trabajos de extracción, cuando lo estimado es una media de 15 o 20 kilos. Por contra, valoran como “buena” la calidad del producto lo cual viene a ser un aliciente para las cuentas finales .

Apunta Alonso que “las zonas más afectadas son Sanabria, Carballeda, Los Valles y cierta parte de Aliste donde existe roble, y en menor medida en la zona sur de la provincial de Zamora, con masas de encina”.

Entre razones de los pobres resultados destaca “el cambio climático, que genera todos esos problemas de años para acá, con cambios bruscos de temperatura, con episodios de lluvias torrenciales con floraciones demasiado adelantadas”. Indica Alonso que “la primera producción se destina a la engordar los enjambres”. En su criterio el COVID-19 no ha tenido gran influencia porque, al final y al cabo, somos ganaderos, y todo e mundo ha desarrollado su trabajo y tarea a lo largo del año, No se no han puesto pegas y todo hizo su labor, quizá con mayor tranquilidad.

En lo tocante a la trashumancia afirma que hay gente decente que llama por teléfono para saber donde se pueden instalar, pero también están los que llegan y se instalan donde les da la gana. Señala que la avispa asiática o velutina está confinada en Fermoselle pero hace falta gente profesional para que no se despendole y suba Tormes o Duero arriba porque tenemos que defender nuestros negocios. Hace mención de la capro como otra especie que se ha tenido que ir controlando un poco para que las abejas puedan trabajar.

“Quien tenga amortizaciones este año tendrá pérdidas y deberá apretarse el cinturón porque las pasará crudas para pagar las inversiones” dice.

El apicultor Roberto Peña califica la temporada apícola de “muy mala. Habrá la mitad del pasado año, que ya tuvo una media horrible, y si se obtienen cinco o seis kilos serán buenas sensaciones, pero está por debajo de los niveles de rentabilidad”.

Señala como razones que “en mayo llovió mucho y las abejas utilizaron mucho para la cría y no han sido capaces de elaborar miel para almacenar en cantidades industriales. Las floraciones vinieron bien hasta mayo pero luego las lluvias deslavaron la melada”.

Sobre la trashumancia refiere que “mientras respeten las reglas y no molesten a los estantes no habrá problemas, pero sí si se ponen a las bravas. Hay monte para todos”. “No está demostrado que traigan enfermedades” comenta.

El presidente de la Asociación de Apicultores Libres de Sanabria y Carballeda José Antonio González, achaca una parte de la pérdida de producción a los impedimentos que conllevó el confinamiento impuesto por el COVID-19 que no permitió realizar unas labores correctas de mantenimiento de los colmenares. “La cría de reinas no se pudo hacer bien, ni limpiar ceras, cambiar cuadros y existen trabajos que hay que estar ahí. Algunos les pilló fuera y no pudieron moverse”. También atribuye la merma a la competencia de las explotaciones trashumantes instaladas en el territorio, reparando en que “si hay alimento para un número determinado de abejas no puedes meter diez veces más”. Destaca la calidad de la producción, “no puede ser mejor” expresa, pero señala que “de poco sirve si no hay kilos para vender”.

Ana Miranda, de Fermoselle, afirma que “es una temporada mala porque hubo mucho enjambre, quedaron debiliadas y no hicieronn miel. Salieron unos cinco o seis kilos por colmena”.

Los hermanos Navarro desplazan un millar de colmenas desde Valencia a Zamora y, según afirman, “llevamos tres años que no sacamos nada. Fuimos para aprovechar el brezo y el primero había pasado y el segundo vino muy flojo”. “La cosa se pone fea” expresa, y repara en que “esta primavera llovió bastante porque hubo menos aviones en el cielo”. Asegura que transporta unas colmenas “bien tratadas y sin ninguna enfermedad porque vivo de ellas”. También indica que “nunca me han robado colmenas en Zamora”, algo que no ocurre en Murcia donde le llevaron dos centenares. “Vendemos la miel a quien no la paga” manifiesta uno de los hermanos.