No parece que los partidos políticos hayan caído en la cuenta que a la gente de la calle le tiene sin cuidado quien sea el que enderece (Lo de enderezar es un decir) la difícil situación en la que nos encontramos. Padecemos, en mayor medida, este ramalazo pandémico como consecuencia del desmadre que llegó a acontecer el pasado verano. Y aún no ha llegado el brote de invierno: ese que ya ha aparecido en otros países europeos, donde la temperatura es más baja que la nuestra. La gente lo que quiere es que se haga todo lo posible por paliar los devastadores efectos el Covid-19. Tanto le da que gobierne el partido “A”, el partido “B”, el “C”, o cualquier otro. Porque a los efectos de preservar la salud, o lo que es igual de poder seguir viviendo, nadie pone pegas a las medidas que puedan adoptarse, a las que correspondan, a las que lleguen a aplicarse.

Una vez hubo pasado la primera fase de la pandemia, allá a comienzos del verano, todo el mundo tenía claro que las prioridades a tener en cuenta, de cara al siguiente brote, pasaban por potenciar el número de médicos, enfermeros y rastreadores. Pero pocas comunidades hicieron caso de ello. En Madrid, concretamente, se cifraban en varios miles el número de profesionales que eran necesarios, pero apenas llegaron a contratarse unos pocos cientos. Esa dejación, la de no ejercer el deber de echar el freno al virus, debería ser motivo suficiente para que los gestores de esa Comunidad estuvieran callados, en especial su joven presidenta, que parece disfrutar soltando desatinos como el de “Madrid, sin atascos perdería su identidad” o el de inscribir a las criaturas concebidas (Sin haber aun nacido) como miembros de la unidad familiar.

Es lo que tienen, en general, los políticos españoles, que carecen de perspectiva dada su juventud, y de inexperiencia al no haber pasado por el filtro del mundo empresarial. De manera que solo saben comportarse en base a lo que les ha enseñado en el partido. Tal endogamia hace que no conozcan la realidad, y tampoco a los ciudadanos, y así nos luce el pelo. La edad media de los líderes políticos europeos, pertenecientes a más de 100 partidos, anda por los 55 años. Los presidentes de los países líderes mundiales, como USA, Inglaterra y Alemania, tienen una media superior a los 60 años. Pero aquí, los líderes pasan de la universidad al partido con pocos años, y del partido a los cargos públicos en un pispás, sin haber pisado territorio comanche, ni haber adquirido un mínimo conocimiento de en qué consiste la gestión.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, apenas ha llegado a los 40 años, y cumple fielmente con el principio de “funcionaria” de partido. Esa que no se ha curtido en la realidad del día a día, la que vive la mayor parte de los ciudadanos. En su curriculum figura, como hecho destacado, haber diseñado la cuenta Twitter del perro “Pecas”, a la sazón mascota de su entonces mentora, la presidenta Esperanza Aguirre. La joven presidenta Ayuso no destaca precisamente por cuidar demasiado la salud de los madrileños, y es que se encuentra muy ocupada en su particular guerra con el partido del Gobierno, empeñada en ganarle las siguientes elecciones. Pero esa guerra, desafortunadamente, beneficia a la pandemia que, a la chita callando, se está llevando por delante a un número importante de ciudadanos.

Mientras tanto, el Gobierno Central que había optado por ver los toros desde la barrera, dejando que se enquistara la herida, ha decidido aparecer de nuevo, cuando los expertos le han aconsejado que era un momento de interés estratégico para poder conseguir votos. Y así, han decidido actuar en Madrid, aunque no así en otras comunidades, ya que, en algunas, como las de Cataluña y País Vasco, no serían capaces de hacerlo. Que se sepa, hasta el momento, en Madrid, el Gobierno Central solo ha aportado la actuación de las fuerzas de seguridad, para que intenten hacer cumplir las normas establecidas. Pero de lo de aumentar el número de médicas, enfermeras y rastreadoras nada se sabe.

No hay que pensar que ni los unos, ni los otros, actúen así de manera intencionada, pero ayudaría a comprenderlo si se molestaran en explicar por qué no han hecho los deberes a tiempo. Tristemente, no quieren o no saben hacerlo, porque piensan que a los ciudadanos les preocupan los mismos temas que a ellos, o sea, sus problemas internos, su promoción y sus cainismos. Y a eso les ayudan los tertulianos de radios y televisiones que siguen haciéndoles la ola, en función de cuál sea su ideología.

Cuando escribo estas líneas veo en la tele a un alta representante de la Comunidad madrileña, que es incapaz de contestar a la sencilla pregunta que le hace una periodista: “Dado que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, les ha dado la razón a ustedes, dictaminando que no puede confinarse Madrid, ¿Por qué no han vuelto a la situación anterior (La de confinar solo unos cuantos distritos), e insisten en pedir de manera insistente a todos los madrileños que no se muevan de sus entornos naturales?”

Y es que la respuesta se encuentra en el viento, como en aquella canción de Bob Dylan, pero se ve que como los actuales dirigentes pertenecen a una generación muy posterior a la del cantante norteamericano no han llegado a escucharla.