¿Hace unos días, la portavoz del PP en la oposición del ayuntamiento de Zamora, voces daba en el erial clamando que la corporación zamorana se enriquece mientras la ciudad se muere este año. Algo lógico en la trágica metáfora porque el año pasado ya clamó que se desangraba.

Tranquilidad, que no se refiere a que el año pasado se estaba incubando el coronavirus -porque si lo hubiera sabido lo habría dicho-, ni a que este año el COVID sea la causa del aumento de la mortandad real, dura, y en soledad en muchos casos.

Se trata de una denuncia simbólica y exagerada, para referirse a la sangría que supone la pérdida constante de población desde hace años sobre todo por emigración, puesto que nuestros mayores tienen una alta esperanza de vida –al menos antes de la pandemia que se ha cebado con ellos-, y a la desaparición progresiva por inanición, que llama muerte, ante la falta de perspectivas de futuro.

Que el PP se pregunte por qué el ayuntamiento se enriquece mientras Zamora se muere no es más que una pregunta retórica, cuando esta elegía dedicada a la ciudad podría ser aplicada en doble medida y con el doble de sentimiento a la Diputación donde ha gobernado siempre y a la Provincia: con el doble de dinero en el banco en la institución provincial y más pobreza en la provincia que en la capital, que tiene mayor renta que todos los pueblos de Zamora salvo Morales del Vino. Con mayor sentimiento si cabe porque los pueblos pierden, además de habitantes, servicios esenciales como los consultorios médicos cuya presencia ayuda a vivir. Y esto no es retórica.

Es extraño que la portavoz en la oposición en el Ayuntamiento de Zamora y hasta el año pasado la presidenta de la Diputación, no sepa la causa de este también extraño fenómeno de enriquecimiento de la institución representativa y empobrecimiento de los pueblos y las personas representadas, que se dio durante los cuatro años de su gestión y mandato, y ha sido denunciado con normalidad por los diputados de IU desde el año 2015, cuando empezamos a hablar de una Diputación rica en una provincia pobre.

Por si su memoria fuera tan frágil como lo ha sido la aplicación de la Ley de Memoria Histórica en la Diputación. Por si su acusación contra el Ayuntamiento, puesta en escena como una tragedia clásica, no fuera entendida por los ciudadanos. Y porque estamos viviendo días de tragedia real que merecen un respeto, vamos a intentar explicar el extraño fenómeno de aumento del dinero en las arcas de las instituciones locales y de aumento de la pobreza en los bolsillos de los ciudadanos. Algo que no sucede sólo en Zamora sino que en todo el Estado y no obedece a los hados o el destino sino a las decisiones políticas que han dado nombre de “vaciada” a amplios territorios de España: no ha sido una casualidad sino una intención política.

Corría el año 2009, con el gobierno de Zapatero, cuando en Europa saltaba la alarma por la deuda de España que afectaba a todas las instituciones después de años de vino y rosas sin pagar ni a proveedores ni a bancos. Azuzado por Europa, Zapatero mandó a parar, cargando sobre los empleados públicos sobre todo el peso de la reducción de la deuda mediante la reducción del sueldo de los funcionarios.

Empezaron los recortes que culminaron durante los gobiernos de Rajoy con la modificación de la ahora intocable Constitución Española en 2011, cuando se cambió el artículo 135 para establecer que era prioritario el pago de la deuda pública frente a cualquier gasto de los Presupuestos del Estado. Culminó esta aberración social con la Ley de estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera del ministro Montoro del PP, al año siguiente, para imponer la llamada “regla de gasto”, que impedía a todas las instituciones gastar en lo que necesitaban aunque no tuvieran deudas o les sobrara el dinero.

Se fue acumulando así en los ayuntamientos unos ahorrillos llamados remanentes de tesorería, que primero eran obligatoriamente para pagar las deudas. Y cuando estaban saldadas, seguían sometidos a unos límites en el gasto y a unos objetivos llamados inversiones sostenibles, que no incluían los gastos sociales ni las inversiones necesarias. Por supuesto, tampoco se podía contratar desde los primeros recortes a personal en las instituciones y en los servicios públicos cuando se jubilaban, por las llamadas tasas cero de reposición de efectivos.

De esta manera se explica que los ayuntamientos o las diputaciones fueran acumulando dinero en sus arcas, mientras pueblos y ciudades y sus habitantes se empobrecían, perdían servicios, perdían derechos… O en palabras de la oposición del PP, que hizo la ley, cuando pierden el gobierno hacen la trampa para denunciar en su día que “Guarido sólo se preocupa de la deuda y no de los zamoranos”, y este año que “tenemos un ayuntamiento rico en una ciudad que se muere”.

Pronto se ha olvidado la portavoz del PP en el ayuntamiento de Zamora de que cuando ella dejó la Diputación en 2019, acabó de pagar la deuda que al inicio de su mandato era de 26 millones, y dejó unos ahorrillos en el banco de 71,4 millones y unos remanentes de tesorería de 59,5 millones, que se acercaban peligrosamente al total del Presupuesto de 63 millones de aquel año. Y que podría superarse este año si no fuera porque hace unos días el Gobierno ha anulado la regla de gasto para este año y el que viene, y porque sus herederos en la Diputación se han echado al monte a gastar todos los remanentes porque pensaban que el Gobierno socialcomunista se los iba a quitar ¡Ya ves tú qué miedo!, que ha hecho lo contrario: suspender la regla de gasto.

En conclusión; si el ayuntamiento de Zamora tiene algo más de 30 millones en el banco y la Diputación tiene algo más de 70 millones, mientras Zamora es cada vez más pobre, ya saben por qué es: porque el PP hizo unas leyes que han prohibido a los alcaldes usar su dinero en las necesidades de sus pueblos.

Los que hicieron la ley hacen ahora las trampas en el juego político. Pero siguen con un as en la mano por si vuelven a gobernar: siguen defendiendo la Ley Montoro por si cambia el tablero. Que no os engañen.

Mientras, el pueblo y los pueblos son cada vez más pobres. Y están sufriendo una pandemia que nos mata de verdad, mientras se utiliza la muerte de forma retórica en la disputa partidista. Va ser verdad que la compasión era una característica de la Prehistoria.