Cuando escucho decir a Antonio Martín de Lera, delegado director de Cáritas, hablando de la situación de tantas y tantas familias en Zamora, que el problema “ya no es solo que no alcanza para pagar un recibo, es mucho más grave, no hay para comer”, realmente me hecho a temblar. Mientras algunos se empeñan en situar el problema en el umbral de la pobreza cuyo resultado inmediato es el hambre, el sacerdote zamorano siempre dice la verdad, por dura y terrible que sea. Cuando servidora ha hablado de que en Zamora hay familias que pasan hambre, me han tachado poco menos que de loca cuando manejo datos y cifras que a todos deberían hacernos reflexionar y que Antonio Martín ha puesto sobre la mesa.

He comenzado este ‘Zamoreando’ con una frase, cuya autoría ignoro. “Quien muere de hambre es víctima de un asesinato”. Nuestra sociedad, que a veces acostumbra a mirar hacia otro lado cuando de las penurias de los demás se trata, las Instituciones preocupadas en materias alejadas de la realidad que sufren los más vulnerables, la política y sus ejercientes que están a otra cosa, somos los directamente culpables de este holocausto silencioso. A los políticos, se les llena la boca hablando de igualdad y de libertad cuando la realidad nos dice que “No hay libertad con hambre”, esta aseveración pertenece a Ildefonso Falcones, autor de “La catedral del mar”, y está cargada de razón.

Las cifras son aterradoras. Se hace urgente un plan de emergencia social que el Gobierno todavía no ha contemplado, más preocupado por el CGPJ que por la situación en la que viven miles de españoles. El hambre que están pasando tantas y tantas familias podría matar más que el coronavirus. La cornada del hambre también es mortal. Pero, ya ve usted, se pasa de puntillas por esta situación agravada por la pandemia. El hambre mata más gente que el ébola y de seguir así más que el coronavirus y, sin embargo, no constituye una alerta mundial. No sé qué hacen la OMS, la FAO y otros organismos de Naciones Unidas que no decretan la alerta mundial a sabiendas de que a diario más de 24.000 personas mueren de hambre en el mundo y, de ellas, 18.000 son niños y niñas. No es sólo un problema de los países en vías de desarrollo, es un problema de las sociedades de todos los países.

Animo a Antonio Martín a que siga dando esos aldabonazos certeros a nuestras conciencias y especialmente a las Instituciones. A pesar de saber que todo lo vence el hombre, menos el hambre.