Periodista por vocación, su deseo de seguir formándose y aprendiendo le llevó a hacer la maleta desde León, donde se había desarrollado profesionalmente, para viajar hasta Ecuador. Allí la casualidad hizo que la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) se cruzara en su camino y el ofreciera la posibilidad de dirigir la implantación de esta institución en su país de acogida. La formación online es ya un presente activo que considera que, aunque esta en auge, debe seguir creciendo para ofrecer mucho más a los alumnos.

-Pertenece al nutrido grupo de españoles que decidió en su día buscar nuevos horizontes profesionales en el extranjero. ¿Cómo tomó la decisión? 

-Decidí emprender el cruzar el charco y desarrollar mi experiencia profesional como periodista y experta en comunicación institucional en el otro lado. En Ecuador estuve varios años trabajando en temas de comunicación, primero con el ministro de área, con quien pudimos desarrollar algunos reglamentos, lo que me permitió conocer cómo funcionan los medios de comunicación allí y la estructura del país, algo que es fundamental.  

"Hasta hace seis o siete años, la educación online no estaba reconocida en Ecuador"

-¿Y cómo llegó el proyecto de implantar la UNIR en Ecuador a sus manos? 

-Después de unos años trabajando en temas de comunicación, decido hacer un descanso y parar para seguir estudiando. Quería empezar a investigar sobre temas de comunicación política, me interesaba mucho aplicar la neurociencia al comportamiento electoral y a los votantes, así que empecé a buscar en Internet alternativas y descubrí la UNIR, que tiene un máster en neuromarketing. Me pareció muy interesante, así que llamé. Y entonces me descubren a mí como española en Quito que conoce bien la legislación ecuatoriana y que quizá podía ser un buen tándem para poner en marcha el proyecto.  

-Así que estaba en el lugar indicado en el momento justo. 

-Algo así. Me matriculé en el máster y en paralelo me dijeron que si me apetecía entrar en este proyecto que se ponía en marcha una vez que la universidad había sido reconocida en Ecuador, en julio de 2016. Acababa de entrar en el listado de universidades de excelencia. Ecuador tiene un handicap, que es que los títulos no se reconocen si no se entra dentro de un listado de universidades de calidad que considera el propio Gobierno. En ese momento, la UNIR llevaba mucho tiempo trabajando y presentando las acreditaciones para formar parte de ese listado y ahí, por casualidad, me descubren a mí y me ofrecen el proyecto.  

"Ser periodista te enseña a tener la capacidad de escuchar"

-¿Fue un cambio de planes radical?  

-No tanto, porque yo lo que quería era trabajar en temas de investigación, así que lo que hice fue aplicar temas educativos, de negocio y de implantación. Me ofrecieron el puesto de country manager y comenzamos desde cero con la creación de nuevas oficinas, la atención al alumno, el posicionamiento y la creación de marca. La verdad es que uno piensa que va a ser periodista toda la vida y al final te vas por otro camino. Pero también te das cuenta de que el ser periodista te da muchas herramientas y habilidades para dedicarse a lo que tú quieres.  

-¿Dónde radica el éxito de la UNIR en Ecuador?  

-Hay que tener en cuenta que el proyecto de la UNIR ha funcionado porque no se trata de replicar lo que haces aquí en España, sino que se ha sabido adaptar a lo que son las realidades sociales del país. Ecuador tenía unas particularidades especiales y era mucho más fácil hacerlo con una persona desde dentro que lo conociera y tuviera ya ese bagaje, además de que hubiera vivido las experiencias previas de la legislación española y del mundo universitario español.  

-¿Qué era lo que usted podía aportar al proyecto? 

-Después de haber trabajado en el país en temas de comunicación con varios ministerios, el último era el de Educación Superior y eso me ayudó también y me dio cierta ventaja, porque había trabajado mucho la legislación educativa del país. Hubo algunas trabas importantes, como el hecho de que, hasta hace seis o siete años, la educación online no estaba reconocida en Ecuador. Cuando la UNIR llega por primera vez al país y presenta el proyecto para que se le reconozcan los títulos, desde las instituciones se les explica que no se cumplía con unos estándares de una universidad presencial. Nosotros éramos una universidad online, pero en el país no tenían aún una experiencia previa en ese ámbito ni un reglamento para evaluar. Ahí empezamos a trabajar de la mano para dar a conocer cómo funciona un proyecto de una universidad de nuestras características. Creo que gran parte de lo que hemos estado haciendo estos años ha sido visibilizar un modelo educativo que se ha reconocido que es exitoso, que en España cumple con unos estándares de calidad muy altos. Y todo ello lo hemos sabido adaptar a las necesidades de Ecuador, lo que ha resultado ser clave. 

Ana Frontela Diéguez, representante de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja) en Ecuador. José Luis Fernández

"La UNIR está haciendo un esfuerzo enorme por apoyar el desarrollo social del país"

-¿Cómo recibió el país esta nueva universidad y esta nueva forma de aprender? 

-Ecuador está muy agradecido, porque además desde la UNIR también se está haciendo un esfuerzo enorme por apoyar el desarrollo social del país, con muchas campañas de responsabilidad social, formando a docentes del magisterio ecuatoriano y de universidades públicas y, sobre todo, dando una oportunidad a gente que, hasta ahora, no tenía acceso a la educación superior. Para mí, la clave de que el país nos haya recibido tan bien es que la UNIR ha cumplido con la gran labor de romper barreras sociales.  

-¿Se implantó entonces en el momento adecuado?  

-Hemos tenido la capacidad de llegar en un momento en el que Ecuador tenía la necesidad de dar un paso más, no solo a las nuevas tecnologías, campo en el que España también debe seguir desarrollándose, sino para poder llegar a cada rincón del país. Tenemos estudiantes repartidos desde Galápago hasta la Amazonía, así que la gente está muy agradecida.  

-¿Qué ha supuesto para el desarrollo del país?  

-La única manera de apoyar el desarrollo del país tiene que centrase, por un lado, en la parte educativa, pero tiene que ir de la mano de la parte social y eso es algo que estamos haciendo y ha ayudado mucho a abrir las puertas de otro sistema que, hasta entonces, estaba en la retaguardia y que ahora se ha puesto en valor. Eso es muy positivo y además creo que el COVID ha ayudado a repensar el modelo universitario. Es bueno el saber que cada vez somos más universidades online y estamos ayudando a más gente, es algo muy positivo.  

-¿La formación online se ha convertido entonces en una buena alternativa de estudio? 

-No solo en una buena alternativa, sino también en una necesidad para todas las instituciones, independientemente del modelo. Creo que es imprescindible repensar el sistema educativo que tenemos y el modelo de enseñanza. E incluso creo que las universidades online tenemos la obligación moral de dar servicio y apoyo al resto del sistema educativo, porque se ha demostrado que es un complemento. A ti te tienen que evaluar como universidad no por el modelo educativo que tienes, si es online o presencial, sino por si cumples con los requisitos y estándares de calidad, independientemente de la modalidad.  

-¿Tienen la posibilidad de comprobar que están aprovechando bien su tiempo con los estudios online? 

-Nosotros tenemos un software que nos permite analizar el nivel de éxito del alumno desde la primera vez que se conecta. Nuestra escuela de ingeniería ha elaborado un programa por el que el tutor, viendo las horas de conexión, las tareas que has presentado y en qué tiempos, se tiene la capacidad de comprobar cuál es la probabilidad de éxito de ese alumno, mediante un sistema predictivo. Y eso ayuda, porque si al inicio ya ves dónde va a tener dificultades esa persona, el tutor puede incidir para mejorar. Al final, no se puede estudiar por el alumno, pero se le puede escuchar. 

-¿Cómo es el alumno que opta por estudiar de manera online?  

-Nosotros tenemos un perfil de estudiante muy diferente al de las universidades presenciales. De alguna manera, somos un complemento, ya que el que pasa por la universidad presencial llega un momento en el que tiene que compatibiliza su vida personal con la profesional. Considero que la universidad tiene que tener al alumno en el centro de la enseñanza, no que el alumno se tenga que adaptar a la universidad. Esto no significa que tú bajes la calidad de la enseñanza, sino que tienes que darle flexibilidad de horarios. Los plazos y horarios hay que cumplirlos, las clases también, pero cada uno en función de su tiempo y capacidad. Hay alumnos que desarrollan sus habilidades y que el hecho de tener un tutor les apoya y ayuda mucho y otros que tienen menos tiempo.  

-¿Y cuál es el perfil del alumno ecuatoriano en concreto? 

-El hecho de que hayamos sido una universidad que ayuda a romper barreras sociales nos ha dado acceso a gente de las clases medias. En una primera etapa eran los propios docentes de universidades ecuatorianas, que también necesitaban profesionalizarse, porque el reglamento les obligaba a especializarse en la materia que estaban dando. Luego hay una segunda etapa con la población del ámbito rural, muchos de ellos miembros del sector público, como funcionarios o profesores, gente que tenía una salario medio bajo y que, hasta ahora, no tenía acceso a esta formación superior. Ha empezado a estudiar con nosotros, con lo que hemos ayudado a la profesionalización del sistema público. Y también tenemos gente que antes apostaba por viajar a Estados Unidos o venirse a universidades de España, pero que la apuesta de estudiar en una universidad europea de calidad y con todos los estándares en su propio país se ha convertido en una buena alternativa. Tenemos un perfil de alumno muy diverso, es cierto que no es un alumno de clases muy altas, pero la UNIR ha dado la posibilidad de entrar a gente de todo tipo y eso ha roto los prejuicios que había y también ha obligado al resto de las universidades a ponerse las pilas, a todos los niveles. En cuanto al tipo de titulaciones y los precios, se regula un poco el mercado, lo que ha sido positivo para todos.  

-¿Es muy diferente al alumno español? 

-Sobre todo en la cercanía. A pesar de ser estudios online, ellos se acercan a la oficina durante el proceso de matriculación, quieren ir, poner cara a la universidad, a pesar de que los profesores están en España. Para ellos tener un título universitario es símbolo de éxito y de ascenso social, que es una particularidad que aquí en España, en una sociedad más igualitaria, no se le da esa importancia.  

-¿Cómo ha afectado el COVID a las universidades online, han sido menos perjudicadas? 

-El COVID nos va a cambiar la vida a todo el sistema educativo, tanto universidades online como presenciales. Es cierto que nosotros teníamos cierta ventaja, porque la dinámica del estudiante de UNIR no ha cambiado en ese sentido. Ya entraba en una plataforma, mantenía sus clases, los profesores están organizados, se disponen de plataformas propias que a nivel organizativo no afecta al estudiante. Pero, evidentemente hemos tenido otros retos. Teníamos unas oficinas físicas que hemos tenido que cerrar para volver al teletrabajo y ha habido que coordinar un equipo de personas. Incluso el trabajo que hacíamos de posicionamiento y de firma de convenios ha habido de trasladarlos.  

-¿La pandemia se ha convertido en un gran desafío para la enseñanza? 

-En términos de enseñanza, el COVID, incluso para la UNIR, también ha sido otro reto, porque nos ha puesto en varias tesituras. En primer lugar, nosotros nos hemos puesto a trabajar para apoyar a las universidades presenciales y, sobre todo, a los docentes ecuatorianos que no tenían las competencias para dar clases online y se han visto perdidos en sitios donde no había señal de Internet y donde los niños no tenían ni tablets ni ordenadores. La UNIR ha estado ahí para darles cursos de tutores en línea para que adquirieran diferentes habilidades y herramientas, porque creíamos que era obligación nuestra como universidad hacerlo.  

-¿Se puede seguir avanzando en la formación online? 

-Un reto que me parece importante y que hemos seguido haciendo es estudiar cómo mejorar el modelo. Pensamos que hay muchas maneras de hacer universidad y muchos alumnos alrededor del mundo. Ahora hay muchas universidades que lo están haciendo online, pero creo que tenemos la ventaja de que llevamos muchos años en el mercado, doce ya, aunque toca seguir repensando para llegar a cada rincón.  

-La UNIR no deja de ser pionera en esta forma de enseñanza. 

-Por supuesto, pero ahora hay que pensar que la UNIR tiene estudiantes de Ecuador, pero también europeos, africanos o incluso en Kazajistán. Es un modelo educativo muy interesante desde el punto de vista cultural. Además, los alumnos también pueden interactuar, así que ahí se presenta la oportunidad de hacer networking con muchas partes del mundo. El reto ahora mismo es acoplarnos a un nuevo modelo que está por llegar.  

-¿Qué relación mantiene la UNIR con el resto de universidades de Ecuador?  

-La relación con las otras universidades es muy buena, porque también hemos dado un apoyo tremendo. De hecho, no solo para formar a sus docentes, sino que muchas universidades venían a nosotros para que los asesoráramos sobre la enseñanza online. Así que hemos formado a muchas universidades del país en metodologías en línea. El año pasado, Ecuador decidió implantar esta modalidad en cinco universidades públicas y con las cinco nosotros firmamos convenio para ayudarlas a poner en marcha el proyecto. Las hemos traído a España, las hemos enseñado cómo funciona la UNIR y cada una de ellas, en la medida de sus posibilidades. Está implantando cursos como considera, pero con esa base de apoyo.  

-A pesar de todo este gran proyecto, ¿sigue echando de menos el periodismo? 

-Muchísimo, aunque creo que para hacer lo que yo he hecho tienes que tener una sensibilidad social importante y eso me lo dio el periodismo, el estar a pie de calle y tener la capacidad de escuchar. Tú tienes que llegar a un país y escuchar y tener los ojos abiertos, porque aprendes mucho de lo que ves. Querer imponer tu proyecto en un sitio que tiene otra manera de pensar en totalmente inútil. Echo de menos escribir reportajes, pero la UNIR me da la oportunidad de estar en contacto con gente e integrar las partes tan positivas que tiene.