Topas ha logrado acorralar a la pandemia, pero la pandemia también ha cercado la vida de los internos. Restringida al máximo para impedir contagios, ha pegado un giro de 180 grados. El COVID está suponiendo una “segunda condena” para los reclusos que, desde hoy y hasta dentro de tres semanas, dicen adiós a salidas programadas y permisos, suspendidos por Instituciones Penitenciarias “para proteger a los presos y a los funcionarios” de la macroprisión de Zamora y Salamanca. Sin visitas de familiares los fines de semana ni vis a vis con sus parejas, las horas de permanencia en las celdas han aumentado desde que, a mediados de marzo, el “bicho” comenzó a imponer un nuevo orden. Pero “son conscientes del riesgo” y colaboran, “no ha habido ni un incidente, han tenido un comportamiento extraordinario”, destacaba Carlos García García, el director de Topas a La Opinión de Zamora, en su última visita al Centro de Inserción Social (CIS) de Zamora.

“La atención psicológica ha sido más estrecha, es difícil estar aquí sin contacto familiar y social”

Talleres ocupacionales, actividades de todo tipo, las culturales y de ocio, como teatro, música o el taller de radio, así como las desarrolladas por las ONG´s permanecen en el aire hasta que remita la virulencia de la pandemia. El tiempo de esparcimiento en el patio “se ha visto restringido”, explicaba García García. El aislamiento impuesto por la justicia se ha recrudecido con la reducción del régimen de visitas y las comunicaciones. La nueva normalidad obliga a una atención psicológica “más estrecha” por los especialistas del centro “porque la situación para ellos es mucho más difícil, incluso que para nosotros que gozamos de nuestros contactos familiares y sociales. La vida cambia en el centro, no es lo mismo. Es más fácil permanecer dentro si tienen actividades y pueden comunicarse los domingos con sus familias”.

El director de la macroprisión desde hace cuatro años hacía especial hincapié en que “a su situación de estar cumpliendo condena, de estar en prisión, se añaden todas estas limitaciones por motivos sanitarios”. Y, a partir de hoy, los más de cien presos zamoranos que engrosan la población reclusa de Topas de 640 actuales (45 mujeres), verán, de nuevo, reducidas las comunicaciones en los locutorios “al 50%, y con no dos personas como máximo”. Deben conformarse con las llamadas telefónicas, para lo que disponen de medios en cada módulo, además de los “dos móviles” que la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ya facilitó a la prisión meses atrás. El “no poder tener contacto con sus familias es para ellos una situación muy complicada”, admitía García García, de ahí la importancia de aliviar esa carencia, que “hemos paliado mucho con las videollamadas” a través de esos terminales. “Tener una población reclusa sin la posibilidad de salir de permiso, de ver a sus padres, a sus hijos, a su familia, es una situación delicada”, manifestó. Para añadir que “el comportamiento de la población reclusa ha sido ejemplar”. Y es que “son conscientes de la situación tan difícil que estamos pasando en el exterior, que es trasladable al interior”.

Internos reciben clases en la escuela de Topas. | Emilio Fraile

El balance desde marzo es el previsible: “han sido unos meses duros”, como para el resto de la sociedad. “El estado de ánimo de los reclusos no es el mismo que antes por la situación de pandemia”, manifestaba, mientras resaltaba que, “afortunadamente, la incidencia del virus en el interior y sus consecuencias han sido mínimas, un solo positivo desde marzo a octubre”, que dejó aislado unos días al módulo 7. Que la población reclusa esté a menos de la mitad de la capacidad de Topas, “ha favorecido la seguridad de los internos para evitar contagios”. La ocupación actual “no tiene nada que ver con tiempos pasados”. Siendo subdirector de Seguridad, recuerda que llegó a realizar “un recuento con 2.113 internos. El que ahora haya un número muy reducido por módulo permite que podamos garantizar la celda individual para todo el que lo desee y minimizar los posibles efectos de la pandemia. La mayoría ha optado por estar solo”.

“El reducido número de presos permite que todos puedan tener celda individual y evitar contagios”

El Gobierno pretende tener instalados locutorios para videollamada en diciembre en todos los centros penitenciarios, estancias desde las que los internos “podrán enviar mensajes de voz y pagar a cobro revertido”, anunció Instituciones Penitenciarias la semana pasada. Topas ha recibido, en concreto, “dos móviles, con los que intentamos que quienes no se comunican habitualmente o que no pueden llamar a sus familias, por carecer de recursos puedan, al menos, mantener ese contacto”. Entre las nuevas medidas para aliviar las restricciones, se ha acordado aumentar el número de llamadas.

El director de la macroprisión puso de relieve la “responsabilidad” con la que los internos (de todas las edades) sobrellevan estas restricciones que “han cambiado en gran medida la vida” en la cárcel. Con la nueva normalidad, “ahora mismo la única comunicación con el exterior son las que llamamos por locutorio, vulgarmente denominada por cristales”, a margen de las que permiten los móviles.

“El comportamiento de los reclusos ha sido extraordinario, sin incidentes a pesar de que a su condición de presos se añaden estas limitaciones”

Carlos García García - Director de Topas

Sin embargo, “no estamos teniendo incidentes regimentales”, los reclusos cumplen escrupulosamente con la normativa que rige la vida cotidiana en el centro, a pesar de tener restringidas las horas de patio, que se habían suavizado el pasado mes de octubre, explicaba García García. La escuela había retomado el curso académico; y se habían “reiniciado las actividades bastante limitadas anteriormente, las culturales y deportivas; el uso del polideportivo y del campo de fútbol. Las ONG´s que colaboran con el centro habían regresado con menos voluntarios, en un intento de volver, “paulatinamente, a una cierta normalidad”, frenada hasta que cese esta nueva etapa restrictiva aprobada por la Junta de Castilla y León.