De “acto atroz” califica la profesora zamorana Elisabeth García Bermejo lo vivido hace unas semana en Francia, país donde imparte clase, con la decapitación del docente Samuel Paty. Aunque asegura que ella no tiene miedo en su labor diaria, apunta que las cosas podrían ser diferentes si fuera profesora en algún instituto de las afueras de la capital francesa. Ella imparte clases en las universidades de La Sorbonne Nouvelle y París Nanterre. “Trabajo en buenas condiciones y lugares privilegiados, no sé cómo reaccionaría si lo hiciera en institutos de barrios sensibles”, reconoce.

Hablar con sus alumnos de este tema es más complicado ahora, puesto que con el confinamiento decretado en Francia, las facultades han cerrado y las clases son virtuales. “Tengo la suerte de tener estudiantes capaces de reflexionar y ser respetuosos con las leyes de la República. No es el caso de todos los profesores, sobre todo aquellos que dan clases a adolescentes y en barrios sensibles”, compara.

La profesora zamorana Elisabeth García, en la universidad. | E. G.

La zamorana, como el resto de la comunidad educativa, regresó la pasada semana a las clases, tras las vacaciones de los Santos, cuyo inicio coincidió con el brutal asesinato a Paty en Conflans-Sainte-Honorine. Por eso hasta entonces los profesores no han tenido oportunidad de hablar con sus alumnos sobre este tema. “El diálogo con ellos me parece fundamental, es inminente recordar no ya los valores republicanos, sino sencillamente los valores morales humanos”, considera. “Parece inconcebible que en el siglo XXI ocurran estas barbaridades y sin embargo, con la multiplicación de los actos terroristas, el último en la basílica de Niza, se está atacando no solo a la República y la democracia, sino nuestra civilización”, añade.

Para la zamorana se han atacado dos símbolos fuertes de la identidad de Francia en estos dos últimos atentados. Por un lado, la escuela republicana laica y, por otro, una iglesia. “El país lleva perdiendo las riendas desde hace varias décadas. En Francia ya ni siquiera se pueden utilizar ciertas palabras so pena de ser tratado de intolerante”, critica.

“Estos atentados atacan no solo a la democracia, sino a toda nuestra civilización”

Por eso, subraya que el oscurantismo “es una plaga que está ganando terreno” y que el papel de los docentes en la actualidad es más duro que nunca, “porque ya no consiste solo en transmitir conocimientos, en abrir mentes, sino también en estar atentos ante los desvíos provocados por los fanatismos y cuidar que los alumnos consigan pensar por sí mismos, ser críticos y cuestionarse”. Y esto se consigue solamente “transmitiéndoles la cultura profunda del país, su historia, la civilización a la que pertenecemos y que forma nuestra idiosincrasia, las ideas aportadas por el Siglo de las Luces, las nociones de democracia, de libertad de expresión y la laicidad. Todo esto que Samuel Paty trataba de hacer”, finaliza.